Además de nuestras tan ansiadas vacaciones estivales, a lo largo del año, se nos presentan otras ocasiones en las que poder programar un viaje de placer. Desde un fin de semana, pasando por ese puente de tres días, hasta los cuatro o cinco días de Semana Santa, o navidades. Para esas escapadas de pocos días, la mejor opción es contar con una asistencia en viajes de corta estancia.
Si bien las estancias son muy inferiores a las que solemos barajar en comparación a las vacaciones de verano, el ánimo con el que afrontamos estos viajes es el mismo que con el que emprendemos las de mayor duración.
La gran diferencia, por supuesto, está en el tiempo que tenemos para disfrutar del viaje, y también en la distancia del destino elegido.
Podemos aprovechar la coyuntura, y programar un viaje en el que podamos disfrutar de nuestro deporte favorito, como por ejemplo el golf, el buceo, el esqui, la caza o la pesca.
Sólo nos encontramos con un hándicap, y es que en estas fechas suele haber una enorme confluencia de viajeros, por lo que las plazas de vuelos y la disponibilidad de alojamiento suele complicarse, lo que hace que seamos más previsores si cabe, y programemos nuestro viaje con bastante antelación.
A priori, esto puede no parecer una complicación, sin embargo, cuando contratamos con tanta antelación, estamos más expuestos a sufrir algún incidente que nos pueda obligar a cancelar el viaje.
Otro dato a tener en cuenta, es que esa confluencia de viajeros en tan poco tiempo provoque colapsos en las compañías aéreas, y surjan problemas con los horarios de los vuelos, la pérdida de equipajes, etc.
Como en los viajes de estancias más largas, corremos el riesgo de sufrir los mismos improvistos, y por lo tanto, debemos de llevar contratado nuestro seguro de viaje, exactamente igual que lo hacemos en las largas vacaciones.
Los costos de estos seguros para escapadas son bajos, aunque variarán en función del destino, la actividad a desarrollar, las coberturas contratadas y los días de estancia.