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Recorrido en lo alto de Le Pilat
En caso de viajar con la familia o con niños (y no tan niños) en el parque natural de Le Pilat se pueden realizar actividades de aventura al aire libre que tanto gustan a todos. El parque situado al sur de Lyon no tiene demasiada altitud, 1431 metros en su pico más alto. El río Gier discurre a través de él y ya en tiempos romanos era utilizada su agua para llevar agua a Lyon a través de túneles en las montañas y acueductos en las llanuras, como el acueducto del Gier en Chaponost.
En la parte norte del parque está situado Sainte-Croix-en-Jarez, que fue un monasterio fortificado durante el siglo XIII convertido en pueblo tras la revolución francesa.
En invierno es posible realizar un tipo de esquí en estas montañas, así como también practicar deportes relacionados con las motos, con caminos que se adentran en bosques o se abren a valles, pudiendo disfrutar de unas espléndidas vistas del Macizo Central y los Alpes. Además, para los amantes del senderismo, existen cientos de caminos y docenas de rutas para explorar, algunas llegando hasta el Saut du Gier, que no es más que una pequeña caída de agua en verano pero convertida en una auténtica cascada en otoño y primavera. Además, aquí se puede visitar la Piedra de los Tres Obispos, localizada en la comuna francesa de Saint-Régis-du-Coin. Esta piedra marcaba la confluencia de las tres provincias de la Galia romana: Lyon, Narbonna y Aquitania. De una manera parecida también marcaba la intersección de Provenza, Aquitania y Burgundia durante el reinado de Carlomagno.
Es en Púlissin en donde podemos encontrar el parque de cuerdas o parque de aventuras de Le Pilat. Tiene dos ofertas diferenciadas y es que, por un lado, puede ser el paraíso para los niños, disponiendo de todo tipo de actividades que se realizan sobre los árboles (y también a menor altura), desde tirolinas, saltos, lianas, pasos verticales, etc. Por otra parte también constituye una experiencia divertida para adultos pues disponen de actividades adaptadas a los no tan niños. Los precios varían dependiendo de la edad. Así los más pequeños pagarán 10 euros (entre 4 y 8 años), los más crecidos 14 euros (entre 8 y 14 años) y 18 euros los adultos (a partir de 15 años). También ofrecen descuentos para grupos en donde se pueden ahorrar dos euros en cada una de las tarifas. Si bien es posible acudir a las instalaciones y comprar allí los tickets de entrada, en su página web aconsejan reservar por teléfono o por correo electrónico.
Le Pilat es un buen lugar para pasar un rato divertido y al mismo tiempo relajarse realizando algún deporte, como el senderismo. Los pueblos que se ubican en la extensión del parque (aunque sea un parque natural y esté protegido, los pueblos históricos han quedado intactos y habitables) son un buen punto para disfrutar de la rica gastronomía de la región, probar algunos quesos y algún que otro Beaujolais o Côte du Rhône. La visita al antiguo monasterio, reconvertido en pueblo, es visita obligada.
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Parque Medieval Salva Terra
Planeando pasar unos días de vacaciones en la ciudad de Lyon, uno de los sitios cercanos a esta preciosa ciudad y que debería figurar en la lista de los lugares que voy a visitar, es el parque medieval de Salva Terra. El parque medieval de Salva Terra es un centro de interpretación de la Edad Media situado en la región de Rhone-Alpes a unos 70 kilómetros desde la ciudad de Lyon. Este parque/aldea medieval surgió a partir de una idea por parte de un grupo de personas, amantes de la época y la cultura medieval, que con mucha ilusión y esfuerzo empezaron en 1999 lo que hoy en día es el parque medieval de Salva Terra.
Salva Terra es una pequeña aldea y parque que abrió sus puertas al público en 2005 y cada año cuenta con más visitantes, pudiendo pasearse por sus calles y empaparse de la cultura medieval y disfrutar de duelos a caballo como en aquella época o incluso participar en algunas actividades que nos harán creer que hemos sido transportados a la Francia medieval en una máquina del tiempo.
En esta aldea, donde el tiempo parece haberse congelado, podemos encontrar algunos personajes que nos contarán el origen de este épico proyecto y que harán nuestra visita a Salva Terra más amena:
• Isabelle Dame: esposa de Astar, quien posee las llaves de la ciudad.
• Astar el Auriga, el caballero fundador de la Compañía Excalibur.
• Alan Mac Bran, caballero y capitán mercenario. Bajo su tutela uno puede convertirse en un gran guerrero, pues este caballero conoce todos los fundamentos de la batalla para vencer siempre a sus enemigos.
• Sybille: contará todo lo que uno quiera aprender sobre la gastronomía medieval, todos los sabores de oriente y occidente.
• Lady Margaux: con ella se aprenderá todo sobre caligrafía y el arte de la heráldica. En la época medieval cuando conseguir un bolígrafo era, lo que viene siendo una tarea complicada, debía fabricarse la tinta para poder escribir y la caligrafía era ante todo un arte. Lady Margaux enseña todo esto y más en el parque medieval Salva Terra.
• Lady Flora. Esta dama posee un jardín que es una réplica de lo que era su homónimo en la época medieval, donde la plantas y hierbas se plantaban, no por su belleza y olores, si no sobre todo por sus características. Flora es experta en herboristería y plantas, conocimientos de la época medieval francesa que siguen siendo útiles hoy en día.
El parque medieval Salva Terra está abierto tanto a familias como a grupos escolares (los cuales tiene la posibilidad de reservar actividades especiales para grupos). Durante las vacaciones escolares está abierto lunes, martes, miércoles y jueves (de manera que está cerrado viernes y sábados) de 13:00 a 18:30 (hasta las 20:00 en julio y agosto). El precio de la entrada depende de la edad del visitante y de la época del año de modo que:
• De marzo a junio y de septiembre a noviembre (periodo escolar); la entrada es gratuita para niños hasta los 4 años, 4 € para niños entre 5 y 7 años y 13 € para todos los visitantes con más de 7 años.
• Durante julio y agosto, la entrada es gratuita para niños hasta los 4 años, 4 € para niños entre 5 y 7 años, 13€ para niños entre 8 y 16 años. Para visitantes entre 17 y 60 años la entrada es de 15 € y los mayores de 60 años cuentan con un descuento de 1€, de modo que su entrada cuesta 14 €.
Los grupos que visitan el parque Salva Terra tienen tarifas especiales de modo que los visitantes entre 8 y 16 años pagan 11 € y los mayores de 16 años pagan sólo 12 €.
Para más información se puede visitar la web oficial http://www.salva-terra.com/
Si tienes alguna consulta, no dudes en dejarnos tu comentario.
Ferrocarril turístico de Anse
El Tren Turístico de Anse, también conocido como Vía 28, fue creado por una asociación en el corazón de la misma villa de Anse, muy cerca de Lyon. Este tren está incluido dentro de la Unión de Vías Ferroviarias Turísticas y de Museos y propone paseos de 25 a 40 minutos en trenes miniatura. La idea nació en 1968, cuando André Chaumeil y Guy Mathan pensaron en la idea de crear un tren de tamaño reducido que pudiese transportar pasajeros. Así pues crearon un tren que circula por una vía de 38 centímetros de anchura, que es ni más ni menos que el término medio entre un tren al que estamos acostumbrados y uno en miniatura.
Los raíles nos llevan desde el centro del pueblo de Anse a lo largo del Saone en una ruta de dos kilómetros y medio a través de un precioso paraje natural. El tren se pone en marcha los martes, jueves, sábados y domingos de 14:00 a 18:00 (19:00 los fines de semana) y cuesta 4.5 euros por pasajero.
En esta localidad al norte de Lyon podemos visitar además varios castillos o disfrutar de una buena comida en el Jardin Gourmand, local en el que sirven platos tradicionales de la cocina de la región.
• El castillo de Jonchay se sitúa muy cerca del pueblo de Anse. Su construcción se remonta al siglo XVII aunque su verdadero papel es sustituir a una construcción más antigua que se asentaba en su localización actual. La fachada oriental está flanqueada por dos impresionantes torres.
• Castillo de La Bruyere: este castillo es una especie de parador turístico en el que alojarse si preferimos pasar las noches fuera de Lyon. Se encuentra emplazado en un lugar excepcional, con un gran paisaje todo alrededor y la posibilidad de realizar diversas actividades deportivas como tenis, caza, golf, pesca, kayaking y muchas otras.
• En el pueblo de Saint-Bernard, muy cerca de Anse, se emplaza el castillo de Saint Bernard, a orillas del río Saona.
• El castillo de Saint Trys data del siglo XVIII y se sitúa a las puertas del Beaujolais como queriendo darnos la bienvenida. El castillo está rodeado por un parque de 30 hectáreas y domina el Saona y la llanura de Ain, ofreciendo unas impresionantes vistas panorámicas. En este castillo es posible alojarse, así como disfrutar de los servicios de su restaurante, aunque es más recomendable comer en Anse o, si se regresa a tiempo, en Lyon.
Además, también en Anse y muy compatible con la ruta del ferrocarril de Vía 38, es posible practicar el golf en el campo de cercano. De esta manera, el pequeño pueblo de Anse tiene bastante que ofrecer si, dentro de los días que puedo pasar en la ciudad, quiero relajarme y disfrutar de la campiña francesa, grandes paisajes naturales y un breve pero bonito paseo en un tren en miniatura. Sin duda esto debería ser el deleite para los amantes de los trenes y la maquetación. El único punto negativo es que existen muy pocos sitios para comer en Anse y me gustaría disfrutar cada día de una típica y tradicional comida lionesa, lo cual no es siempre posible en la campiña.
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Beaujolais a caballo
Lyon no es sólo una de las ciudades con mayor tradición gastronómica de toda Francia, con grandes e importantes museos y construcciones y un casco histórico denominado patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. También es un lugar en el que se pueden practicar deportes y aficiones de todo tipo.
Como amante de los caballos, siempre que viajo me informo sobre las posibilidades de realizar rutas a caballo para así, tener otra perspectiva de los lugares que visito. Realmente, desde lomos de una montura todo se ve diferente y la sensación de estar experimentando el medio natural es mayor. Por ello, y al estar en mi agenda también una visita a la región de Beaujolais, una ruta a caballo por esta zona puede ser muy interesante.
La región de Beaujolais es muy famosa por sus grandes vinos, cuyas uvas son cosechadas en las orillas del río Saona, producidos por un gran número de vinicultores agrupados en 12 denominaciones de origen. En las últimas décadas, estos vinos altamente afrutados (cuya base es el Beaujolais Nouveau), han cobrado gran importancia en todo el panorama francés, caracterizados por su suavidad y calidad, rivalizando con otras importantes regiones de elaboración de caldos como son Côtes du Rhône o Borgoña. Siempre he sido proclive a aprovechar el tiempo al máximo, por lo que plantearse un acercamiento a esta región, a sus viñedos, realizar una visita a alguna de sus bodegas más características, comer y disfrutar de una buena cata de vinos se complementa perfectamente con una ruta a caballo.
Por ejemplo, existen paquetes que incluyen rutas a caballo así como degustación de vino tras la cabalgata. Este tipo de actividades siempre están disponibles para cualquier nivel de equitación, de modo que los jinetes más veteranos y los noveles tienen la oportunidad de disfrutar de los caballos y el paisaje del Beaujolais. Normalmente las rutas tienen una duración de dos horas y consisten en llevar a los caballos a un ritmo suave, con esporádicos trotes o galopes dependiendo de cada jinete. De esta forma, estas rutas son ideales tanto si buscamos pasar una mañana tranquila como practicar nuestra técnica y buscar algún galope por los múltiples senderos que recorren la región. Además, estas rutas suelen estar dirigidas por un guía que nos informa sobre la historia de la región, la geografía, el cultivo del vino y otras prácticas tradicionales que se practican como modo de vida. El único problema en cuanto a esto último es que puede resultar complicado encontrar una ruta cuyo guía vaya a hablar en castellano, a no ser que todo nuestro grupo hable ese idioma. La ruta terminará en alguna de las innumerables bodegas, en donde podremos realizar una cata de vinos o incluso disfrutar de una buena comida. Si la bodega a la que acudimos para realizar la cata no dispone de restaurante, podemos comer en alguno de los bistros o brasseries que encontraremos en la zona y que, seguramente, ofrezcan platos típicos de Lyon y de la región de Beaujolais, como las famosas quenelles, andouillete, queso Saint-Marcellin y otras exquisiteces.
Sin duda esta es una región excepcional para realizar rutas a caballo. Desde el sur de Mâson a las puertas de Lyon, esta zona vinícola situada entre el macizo central y la llanura del Saona domina el paisaje del norte de Lyon. La cepa gamay (tipo de uva con la que se elabora el Beaujolais) domina esta zona que ofrece dos geologías muy diferentes; el granito del norte y el basamento calcáreo del sur. Desde el caballo, se pueden ver cómo las cepas dominan las colinas y los valles. Múltiples alturas nos dan diferentes vistas paisajísticas de la región en la que se encuentran diversos castillos y bodegas desperdigadas. Las rutas nos llevan por paisajes salvajes a lugares históricos como Beaujeu o Romanèche-Thorins.
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Degustación de vinos
Que Lyon es uno de los mejores sitios para catar buenos vinos no es un secreto. La ciudad disfruta de una situación privilegiada entre las regiones vinícolas del Beaujolais y el Côte du Rhône, lo cual facilita el establecimiento de una gran tradición en cuanto a la elaboración de caldos y su comercialización en esta ciudad francesa.
La región del Beaujolais es explotada por un total de 2600 agricultores, que elaboran 12 denominaciones de origen controladas diferentes: Brouilly, Chénas, Chiroubles, Côte de Brouilly, Fleurie, Juliénas, Morgon, Moulin-à-Vent, Régnié, Saint-Amour, Beaujolais y Beaujolais Villages. Estas 12 denominaciones son elaboradas en 10 crus, o zonas de elaboración de vino, lo cual quiere decir que alguna de estas crus posee más de una denominación de origen. La región posee más de 20.000 hectáreas de viñedos que se sitúan en una franja al lado del río Saona, normalmente en las colinas circundantes. El ángulo que se obtiene al cultivar las viñas en estas colinas expone a la uva a más insolación, con lo cual la recogida es más temprana que en otras regiones. Además es, junto con Champaña, la única región francesa en donde la recogida de la uva ha de producirse obligatoriamente a mano.
La región de Beaujolais se ha hecho famosa por sus vinos ligeros y afrutados, la mayor parte de ellos tintos de uva gamay. Su vino más genérico es el conocido como Beaujolais Nouveau, el cual no está pensado para conservarlo durante largos periodos de tiempo. A partir de este vino se elaboran toda una serie de especialidades y variedades que dan fama a esta región no sólo en Francia sino en todo el mundo. También se elaboran vinos blancos (de uva chardonnay, como el Beaujolais Blanc) y algunos rosados (Beaujolais Rosé), aunque el gran protagonista de esta región vinícola es el vino tinto.
En contraposición a la región de Beaujolais, situada al norte de Lyon, tenemos la otra región denominada Côtes du Rhône, al sur de la ciudad. Si la primera se asienta a orillas del río Saona, la denominación de origen controlada de Côtes du Rhône lo hace también a orillas de un río, esta vez, y como su propio nombre indica, el Rhône (Ródano). Ambas regiones continúan una tradición que data de tiempos del Imperio Romano, no obstante ensombrecida en buena medida por la fama de los vinos de Burdeos o Borgoña. Esta región vinícola situada al sur de Lyon consta con tres veces más hectáreas de viñedos que la región de Beaujolais, y muchas más denominaciones de origen, dado el gran número de explotaciones que tienen su actividad en el valle del Ródano. Así como en la región del norte la cepa era principalmente una, en el sur las variedades de uva son muchas y se entremezclan para producir vinos muy diferentes entre sí.
No obstante, el vino más apreciado en Lyon es, sin duda, el producido en Beaujolais. Un vino que durante las últimas décadas ha cobrado gran fama e importancia en toda Francia, llegando a codearse con los vinos de la región de Borgoña. De esta manera es posible disfrutar de muy buenas catas de vino en todo Lyon, así como comprar vinos de ésta y otras regiones de Francia. Aunque estoy convencido de que los lioneses intentarán que probemos el Beaujolais a toda costa. Desde luego, dentro de mi agenda gastronómica para el viaje se incluye una buena degustación de vinos en Lyon. Y es que no podía ser de otra manera tratándose de la capital gastronómica de Francia. No se me ocurre mejor plan que pedir unas quenelles o una tabla de quesos (Saint-Marcellin por ejemplo) y degustar un Chateau de Montmelas (por supuesto, un Beaujolais) mientras descanso las piernas tras haber subido y bajado las escaleras que nos llevan de casco histórico hasta la Basílica de Saint Jean.
En Lyon existen diferentes restaurantes y comercios de vino que organizan catas en todas las épocas del año, con lo cual es relativamente fácil encontrar un buen sitio para degustar los vinos de la región independientemente del mes del año en que se visite la ciudad. Aún así, al ser el verano y principios del otoño las épocas en las que más se habla de vino dada la vendimia y la posterior elaboración de los caldos, sin duda la oferta de catas será mayor durante estos meses. Además, una visita a la propia región de Beaujolais (la cual está muy cerca de la ciudad, pudiendo viajar en autobús o con algún tour) es la ocasión perfecta para degustar los vinos en las propias bodegas, así como conocer cómo se preparan los caldos en esta maravillosa zona de Francia.
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City tour Lyon
Existe una diversa variedad de tours que se pueden realizar en autobús a lo largo de la ciudad. Normalmente estos tours consisten en un recorrido guiado a través de los lugares más emblemáticos y turísticos de la ciudad, con la contrapartida de que uno no puede bajarse cuando quiera para ver más de cerca algún monumento, entrar en una tienda o hablar con algún transeúnte. De entre ellos, voy a mencionar algunos de los más característicos para tener una perspectiva de sus precios e itinerarios.
Lyon L’Opentour proporciona un recorrido en un autobús de dos pisos que realiza doce paradas a lo largo de la ciudad. Estas paradas son: Bellecour, Terreaux, Saint Vicent, Saint-Antoine, Vieux Lyon, Confluence, Notre Dame de Fourvière, Hauteurs, Beaux Arts, République, Berges du Rhône y Rhône Cruise. Al realizar toda esta serie de paradas turísticas es posible obtener una buena perspectiva de los puntos de más interés de la ciudad si no se dispone de mucho tiempo, ya que la guía se ocupará de que no nos perdamos nada importante. Además los comentarios del tour están en varios idiomas, entre los cuales se encuentra el castellano (se proporcionan auriculares gratuitos para ello). Una vez con el ticket sólo hay que presentarse en cualquiera de estas doce paradas para poder subir al autobús. La duración de este tour es de 1 hora y 15 minutos y el precio de 19 euros para los adultos y de 8 euros para los niños.
Si se dispone de tiempo suficiente, lo mejor es prepararse un “tour” casero (como a mí me gusta llamarle). Así, además de apuntar cuáles son los lugares que merecen una visita, también podemos saber qué se puede hacer en ellos y qué se puede aprender de lo que allí se encuentra. Un City Tour de este estilo en Lyon podría ser:
• La Basílica de Fourvière. Es un buen punto de partida, ya que es la construcción que domina toda la ciudad y desde la cual se pueden obtener unas vistas y perspectivas muy buenas de toda la ciudad. Así, después de visitar su interior, puedo descender hacia el casco histórico con el funicular.
• El Teatro Romano con 10.000 plazas es algo digno de contemplarse. Es el teatro más grande de Francia y se sitúa en Fourvière también.
• Una vez abajo, en Vieux-Lyon, la catedral de Saint Jean merece la pena no sólo por sus interiores, decoraciones y estilo arquitectónico sino también por el impresionante y complejo reloj que elaboraron los monjes hace unos 700 años. Este reloj todavía funciona, aunque dejará de hacerlo pronto, pues los monjes lo programaron de manera limitada.
• Después de estas visitas será un buen momento para comer algo. Mejor sitio imposible en el casco histórico de Lyon, con bouchons por doquier. Estos restaurantes ofrecen los platos más típicos de la ciudad.
• Una vez con el estómago lleno pero reposado, uno está listo para realizar un par de visitas a algunos de los museos más importantes de la ciudad; el Museo de Bellas Artes y el museo Galo-Romano. El primero ha sido denominado como el pequeño Louvre, dada su gran importancia dentro del panorama artístico y conservador de toda Francia. Las obras que se albergan en este museo son muchas y de épocas y estilos diferentes. Así nos encontramos tanto pintura renacentista como restos arqueológicos del antiguo Imperio Romano.
• El atardecer es un buen momento para explorar los traboules de esta parte de la ciudad para después marchar hacia La Croix Rousse, en donde más pasadizos nos esperan. La luz a esta hora del día otorga un aura, digamos mística, a los pasadizos que comunican edificios y calles, poniendo al descubierto sus patios interiores cuyas formas atraerán el objetivo de muchas cámaras de fotos cual miel a las abejas.
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Jardín Botánico
Son muchos los lugares y rincones que sorprenden en la ciudad de Lyon si uno decide viajar a esta ciudad francesa en sus vacaciones. Un lugar que merece la pena visitar y en el cual perderse durante varias horas es el jardín botánico de Lyon. El jardín botánico de Lyon es uno de los más grandes y de los más ricos, en cuanto a variedad de plantas se refiere, en toda Europa. El conjunto del jardín botánico más el zoológico que se encuentra en el mismo área y el parque al estilo inglés, forman un parque urbano, considerado por muchos el parque urbano más bonito de toda Francia.
El jardín cuenta con unas 15.000 especies botánicas, algo que prácticamente le convierte en único, y además muchas de estas especies son de plantas amenazadas o que se encuentran en vías de extinción.
Esta última característica ha convertido al jardín botánico de Lyon en miembro del Botanic Gardens Conservation International (BGCI).
Esta joya de la ciudad, en francés Jardin Botanique de Lyon, está situado en el llamado Parc de la Tête d'Or, en el corazón de la ciudad de Lyon y tiene una extensión de nada más y nada menos 8 hectáreas, de las cuales 6.500 m² son invernaderos. Las 15.000 especies de plantas se reparten en unas 28 colecciones, de las cuales destacan:
• Jardín Alpino que cuenta con 1800 especies de plantas alpinas.
• 50 variedades de lirios de agua y 6.000 especies de plantas en los invernaderos.
• Invernadero de plantas carnívoras.
• Invernadero de Victoria regia.
• Escuela de Botánica.
• Rosaleda con la colección de "El rosal histórico". Esta colección cuenta con hasta 750 variedades de rosas históricas.
• 760 especies de distintos arbustos
• Helechos y plantas del mediterráneo.
• Peonías con 200 variedades. Por esta colección de flores el Conservatorio de colecciones vegetales especializadas la ha categorizado como la "Collection National".
• Bambús
• Y la más conocida; la colección de plantas amenazadas declaradas por la IUCN (International Union for Conservation of Nature and naturals resources, o Unión Mundial para la Conservación de la Naturaleza).
Este increíble y fascinante jardín botánico se encuentra a unos 20 minutos del centro histórico de Lyon, al otro lado del río Ródano. Una de las mejores maneras de desplazarse hasta el parque urbano donde se encuentra el jardín botánico es en bicicleta (Lyon cuenta con un servicio de bicicletas públicas muy barato) y además se puede entrar con la bicicleta dentro del mismo parque, lo cual es bastante útil teniendo en cuenta que el parque tiene más de 8 hectáreas, facilitando su recorrido.
El jardín botánico de Lyon está abierto todo el año de lunes a viernes y lo mejor de todo es que, a diferencia del jardín botánico que hay en París, la entrada es gratuita. Además, también es posible reservar una visita guiada por parte de uno de los jardineros del parque urbano. Esta visita guiada no sólo es recomendable por lo interesante que resulta, sino que además, al igual que la entrada, también es gratuita.
Por tanto, si voy a pasar unos días de vacaciones en esta preciosa ciudad situada en el sur de Francia, no me olvidaré de apuntar el jardín botánico entre los puntos que debo visitar en la ciudad de Lyon. Sus invernaderos son maravillosos, pues dentro de ellos se pueden ver plantas procedentes de todos los lugares y ecosistemas del mundo; los olores y colores varían a lo largo del año, por lo que a pesar de haberlo visitado una vez, sigue sorprendiendo en diferentes épocas del año.
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Museo del Palacio de Bellas Artes
En una buena lista sobre puntos importantes que visitar no puede faltar el Museo de Bellas Artes de Lyon. Si le llaman el pequeño Louvre es por algo, aunque de pequeño no tiene nada pues son necesarios varios días para tener una visión completa de todas las obras que se almacenan en su interior. Es el museo más importante de la ciudad de Lyon, y uno de los más destacados de toda Francia también, no sólo por haber sido uno de los primeros museos en ser inaugurados en Francia, sino por poseer extensas colecciones de incalculable valor que albergan esculturas, pinturas, objetos de arte de todos los tipos, antigüedades romanas, griegas y egipcias, monedas y todo tipo de objetos que el ser humano ha creado a lo largo de su historia.
El museo se encuentra albergado en el Palacio de San Pedro que, a pesar de su nombre, no constituía un palacio en sí sino un convento situado en el centro de la ciudad (concretamente ubicado en la Place des Terreaux) que fecha de los siglos XVII y XVIII. El hecho de hallarse dentro del convento ocasiona que algunas de sus salas, como el refectorio o la capilla, consten todavía con la decoración original.
Como no podía ser de otra manera, el museo consta de impresionantes restos de la época de dominación del Imperio Romano en la Galia. Habiendo sido Lyon, antiguamente llamada Lugdunum, la capital de esta provincia romana no es de extrañar la gran riqueza de esta región en restos arqueológicos galos y romanos. Esta parte del museo la disfrutaré especialmente, pues lo que una vez estudié en la universidad lo veré delante de mí. Además, también existen salas en donde se pueden apreciar restos arqueológicos galos, etruscos y egipcios, formando, estos últimos, parte de una colección muy extensa.
Otras 35 salas del museo se encargan de albergar obras pictóricas de todas las épocas, cubriendo la historia de esta expresión artística desde el siglo XIV hasta hoy en día. A diferencia de otros museos, en el Museo de Bellas Artes de Lyon no se muestran las obras por estilos o por pintores, sino que la distribución es cronológica, permitiendo una visión más histórica del arte. Una de las piezas más célebres es el Dánae de Tintoretto. La sección de escultura está representada por unas 1300 obras de arte distribuida por diferentes partes del palacio y los orígenes de las mismas son variados.
Si no se dispone de mucho tiempo para poder explorar el museo en toda su plenitud, es importante no olvidar ver obras como la Tableta de Claudio, en donde está inscrito el discurso que este emperador pronunció en el Senado, cuyo tema trata la integración (y exclusión) de los extranjeros en el Imperio. Lyon era una gran ciudad en la época del Imperio y es posible ver en su colección muchos objetos relacionados con las actividades que se llevaban a cabo en la ciudad, esto es: carreras de carros, peleas de gladiadores, comercio, elaboración artesanal de productos, agricultura, vinicultura, producción de aceite y muchas más. Todo este tipo de actividades tienen una representación material en el museo. A decir verdad, todo el casco histórico de Lyon posee ruinas romanas en el subsuelo, de modo que se realizan excavaciones arqueológicas antes de emprender cualquier proyecto en el área de la construcción. De esta manera es posible recuperar los restos que yacen en el subsuelo de la ciudad antes de que sean destruidos por la actividad del hombre.
El Calendario Galo es otra pieza de gran fama, no sólo en el museo de Lyon, sino por todo el mundo, pues ha recorrido grandes distancias para estar presente en muchas exposiciones. Es una pieza única escrita en lengua gala pero con caracteres latinos. Los carteles de información de los objetos y las obras están en varios idiomas, así como los folletos que se pueden conseguir en el mismo museo.
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Croix-Rousse
Lyon es una ciudad impresionante, no sólo por su gran cultura gastronómica sino también debido a su patrimonio cultural e histórico o la situación privilegiada que ostenta en la región Ródano-Alpes. Una vez dentro de la ciudad, uno se ve atraído por el casco histórico, la Catedral de Saint Jean, la Basílica de Fourvière, los bouchons y traboules y, cómo no, por La Croix Rousse. Este es el distrito de la ciudad en donde vivían los trabajadores de la industria de la seda en Lyon, conocidos como canuts.
Este barrio se construyó a principios del XIX, cuando la mayor parte de edificios que se encontraban allí situados estaban dedicados a la confección de prendas de seda. Así pues, numerosos antiguos telares se extienden por todo el barrio. Así pues, los nuevos edificios construidos aquí hace 200 años fueron especialmente diseñados en sus dimensiones para albergar los grandes telares al mismo tiempo que las vidas de los trabajadores. Muchos de los traboules, pasadizos que conectan edificios y calles del casco histórico de Lyon, se encuentran en el barrio de la Croix Rousse. Estos pasadizos eran empleados para facilitar la circulación de los habitantes de la ciudad, así como para proteger la seda del agua de la lluvia durante su transporte de un lado para otro. Algunos de ellos tienen extraños nombres, como el Cour des Voraces, “El patio de los hombres voraces”, llamado así por un grupo de trabajadores llamados “los tejedores voraces”, que se distinguieron por sus insurrecciones republicanas a mediados del siglo XIX. No sólo a través de estos pasadizos es posible descubrir patios interiores muy interesantes así como construcciones típicas de la época sino que, además, a través de ellos se puede descubrir una parte muy importante de la historia de la ciudad. Existen varios tours que se pueden realizar a través de estos traboules, ya sean guiados o no. En cualquier caso, lo mejor es obtener un mapa de los pasadizos para no perderse los lugares más interesantes. La verdad es algo que me llama mucho la atención, pues poseer un mapa de estos pasadizos y ponerse a andar a través de las calles de Lyon buscando lo que tienen que esconder, constituye toda una aventura. La Place des Terreaux, la fuente de Bartholdi, el Fine Arts Museum y las ruinas del teatro galo-romano son algunas de las visitas que se pueden realizar en este barrio y sus cercanías.
El barrio, con sus traboules, parece un laberinto de pasadizos, ventanas, patios y terrazas que merece la pena descubrir por uno mismo. Sin duda, una visita guiada por esta zona puede resultar muy interesante, y nos puede ahorrar mucho tiempo si no disponemos de él. Pero si se tiene tiempo suficiente lo más recomendable es perderse por este laberinto y simplemente disfrutar del placer de encontrar algo nuevo y sorprendente en cada esquina.
Hoy en día, el barrio de la Croix Rousse es una zona bohemia en donde viven una gran cantidad de artistas, ya sean pintores, escultores, escritores o cualquier otro oficio relacionado con el arte, pues aquí se sitúa ahora la Escuela de Bellas Artes. Además, aquí se pueden contemplar los famosos murales que representan a ciudadanos ilustres de Lyon desde los tiempos del Imperio Romano. Tampoco hay que preocuparse por regresar al casco antiguo para disfrutar de la gastronomía de la ciudad, pues en La Croix Rousse también podremos encontrar multitud de restaurantes y bouchons en los que probar algunos de los platos y productos más típicos de Lyon y la región Ródano-Alpes.
Antiguamente se trataba de una ciudad separada de Lyon, e independiente también, que se anexionó hace solamente 160 años. No obstante, los habitantes de La Croix Rousse todavía dicen que van a Lyon cuando se dirigen hacia el centro, a pesar de tardar no más de 10 minutos andando en llegar a él.
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Basílica de Fourvière
Junto a la Catedral de Saint Jean, la Basílica de Fourvière se constituye como el segundo edificio arquitectónico más importante de toda la ciudad. Curiosamente, no corresponde a la parte del patrimonio renacentista que tanto papel ha jugado y juega en Lyon, sino que fue construida a finales del siglo XIX en la colina que domina toda la ciudad. El arquitecto encargado de dirigir la construcción de la catedral fue Pierre Bosson, que también diseñó los planos de la Iglesia de Saint-Georges, ubicada en Lyon de la misma manera. El estilo de la catedral es románico y bizantino, principalmente, muy similar al estilo de la Basílica del Sacré-Coeur en París, construida en el mismo periodo.
Uno de los principales puntos de interés de esta edificación son sus mosaicos, la cripta de Saint Jean y sus vidrieras. Está construida en lo que, en tiempos del Imperio Romano y cuando la ciudad era llamada Lugdunum, fue el foro de Trajano. En ese mismo lugar se construyó, a mediados del siglo XVII una iglesia para celebrar la salvación contra la peste negra que asolaba Europa. Siglos más tardes se celebró la retirada de las tropas prusianas que marchaban desde París hacia Lyon y, consecuentemente, se inició la construcción de la basílica que conocemos hoy en día, aunque las obras en su interior no finalizaron hasta el año 1964. No sólo resulta interesante visitar este edificio sino que, dada su situación en la colina, se obtienen unas vistas muy buenas de todo Lyon, además de ser vista desde cualquier parte de la ciudad, lo cual ha hecho que se convierta en un incono de la misma.
La basílica sostiene cuatro torres y un campanario, en cuya cúspide se encuentra una estatua de la Virgen María. La instalación de esta estatua supuso la inauguración de las fiestas de las luces, que se celebran cada año en Lyon el 8 de diciembre. Para obtener unas vistas aún más impresionantes de la ciudad, un detalle del que no me puedo olvidar es la posibilidad de subir a la torre del Observatorio –esta visita es posibles durante los meses que van entre diciembre y marzo, pagando un precio módico-, que se sitúa a 58 metros de altura y desde la cual es posible obtener una vista de la ciudad de 360º.
A pesar de ser el románico y el renacentista sus dos grandes estilos, en la fachada pueden apreciarse elementos góticos, frisos florales novecentistas y un techo neoclásico dentro del pórtico, aumentando la riqueza artística de esta obra de arte. Su interior está repleto de estatuas representando personajes religiosos e históricos muy importantes. Se ha ganado por mérito propio la condición de Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Resulta muy fácil encuadrar la visita a la basílica en cualquier plan o ruta para Lyon, ya que se encuentra muy bien situada justo al lado del casco histórico, con lo cual sólo me llevaría unos minutos acercarme hasta donde se ubica y después regresar a descubrir más traboules y pasear por las calles del casco antiguo. Para acceder a la Basílica de Fourvière puede cogerse el funicular que se sitúa al pie de la colina, para el cual es válida la Lyon City Card. Esta tarjeta cuesta unos 20 euros al día e incluye visitas a muchos museos y la utilización de todo el transporte público que se necesite durante los días contratados. Otra opción es subir caminando aunque tiene muchas escaleras. Sin duda merece la pena el funicular, a no ser que haya mucha gente deseando utilizarlo, caso en el que quizá se ahorre tiempo utilizando las escaleras.
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